jueves, 26 de julio de 2007

Los compañeros de trabajo te tocan

Todos sabemos que los amigos se eligen y los compañeros de trabajo, te tocan. Pues eso me ha pasado en mi primer día de trabajo. Que no he elegido a mi compañero, que me ha tocado.






Me siento a su lado, y ya al ratito me empieza a subir un tufillo así... como de olor a pies. Miro a mi compañero y él como si nada, como si la cosa no fuese con él.

Al momento el tufillo se empieza a convertir en peste, una peste salvaje, de esas que te empiezan a entrar por las fosas nasales, primero poco a poco, y luego, a lo bestia. Y la encima se emperra en engancharse con sus manitas a los pelos de la nariz, y empieza a trepar, se enrosca en los globos oculares, llega al cerebro agarrándose a él como si la vida le fuera en ello. Y cuando está instalada y se siente como en su casa, empieza a expandirse hacia abajo, buscando las papilas gustativas, hasta que al final te da la sensación de que tienes los pies del otro en la boca.

Para que luego me vengan con el zen ese; disfruta el momento.  Que no puedo disfrutar de esto... es que ni lo intento, vamos, sería una guarrería... ¡Pero qué peste más infrahumana! Nunca hubiera pensado que la palabra hediondo fuera tan aterradora. Como tus pies tumefactos, esos dos ceporros medievales que por donde pasan traen el Apocalipsis, la destrucción total y completa de la humanidad. El globo terráqueo convertido en una bomba de relojería y los meteroritos que cambian de ruta, derrapando para no tocarla, no se vaya a liar la de dios en el sistema solar... ¡la catástrofe total!, ¡¡¡el universo en combustión espontánea...!!!







...Y
cuidadito con acercarte a la playa a ver si vas a provocar un tsunami.

miércoles, 25 de julio de 2007

Intento entender esa pasión cuyas fases sinceras son siempre bellas



Hola Noemí y el otro visitante (perdona pero tu nombre era un poco lioso.




Os invito a comentar esta frase del genial maestro que se dedicó a amar en su exilio en el puerto de los Estados Pontificios (Civitavecchia).
Fases sinceras:
Admiración.
Vergüenza, timidez, cuando le/la tienes delante.
Falta de apetito,
Estas son las fases sinceras que se me ocurren, pero quiero conocer más.

Hoy tuve un día de muchas complicaciones. Para compensar, me fui a la hora de comer a la playa. El primer baño en el Cantábrico ha sido una gozada. Curré toda la tarde con la sal y la arena en el cuerpo, pero valió la pena.
Gracias por venir, como cantaba no sé quién



lunes, 23 de julio de 2007

Otros cuatro amores diferentes


Burbujas habla de una clasificación del amor de un psicólogo canadiense. Otra vez casualidad, anoche releía "Del amor" (1820, Sthendal o Henry Bayle), libro que va al grano, pues el comienza con una frase que es una declaración de intenciones. El libro es un intento de teorizar completamente en serio sobre la erotiká: las cosas del amor. Bueno, al grano, empieza así:

Del amor, capítulo 1
"Intento entender esa pasión cuyas fases sinceras son siempre bellas. Hay cuatro amores diferentes:
1 el amor pasión: el de la monja portuguesa, el de Eloísa por Abelardo, el del capitán De Vesel, el del gendarme Cento.
2. El amor placer. El que reinaba en París hacia 1970 y hala en las memorias y novelas de esta época, duclos, marmontel, madame d'Epinay...
3. el amor físico: yendo de caza, hallar una hermosa y fresca campesina.... Todo el mundo conoce esa clase de placeres; por muy árido y poco afortunado se sea de carácter, se comienza por ahí a los 16 años.
4. El amor vanidad (Francia, de donde es el autor, y por eso se explaya más, así que cierro comillas".
La inmensa mayoría de los hombre desea y tiene un a mujer de moda, como se posee un hermoso caballo. A veces participa del amor físico; a veces, ni el amor físico interviene. El caso más afortunado de estas pobres relaciones es aquel en que el placer físico va en aumento por la costumbre. Lo seguro es que desde que se produce la exaltación del alma, esos placeres son vivos y su recuerdo arrastra. Y en esta pasión lo perdido parece siempre superior a lo que puede esperar del futuro.
Y sigue divagando.

En fin, que entre la clasificación de Burbujas y la de Stendhal, hay pocas diferencias. Stendhal no cita la categoría del amor compañero, por ejemplo.

Stendhal tuvo una vida plena de amores aunque con sinsabores. Su imaginación se desbordó al leer historias de grandes pasiones. Y ahí están La Cartuja y El Rojo. Pertenece a la estirpe de los cronistas, como Sciascia, en menor medida Camillieri. Fueron a las fuentes y crearon historias a partir de ellas. Y aunque H. Bayle parezca "naif", es un racionalista como el siciliano. Ambos son muy sentimentales, aunque parezca contradictorio.

P. D. Se admiten merluzos, lapas, besugos, que para eso es una pecera. Pueden parecerse a Steve, sin problema, chicos.

domingo, 22 de julio de 2007

Tipos de amor

Siempre he creido que sólo había un tipo de amor en una relación de pareja; ese intenso, apasionado, calmado, a veces celoso, ese que rompe con todas las barreras, que te emborracha a veces, otras te abre los ojos, otras te ciega, otras lo da todo sin pedir nada a cambio... y a estas alturas de mi vida me entero que hay más de uno, que aparecieron los otros cinco hermanos que estaban encerrados en el sótano.

Por lo visto, según una teoría de John Alan Lee(psicólogo canadiense), hay seis tipos de amor.

Eros, Storge, Ludus, Manía, Pragma y Ágape. Vaya nombres ¿No? ¿Cuál de ellos será ese que conocía de toda la vida?


Eros
Esta me la sé, es ese tío griego, ese dios que se dedicaba a la lujuria y el sexo. Leo la definición de John Alan Lee y... ¡Bingo! Eros es el hermano amor que basa su relación en lo erótico y lo sensual, o lo que es lo mismo... en el sexo puro y duro. Según el psicólogo, surge rápido y desaparece igual de rápido. Vamos, que cuando te quieres dar cuenta ya se ha ido. ¿Será pariente de la eyaculación precoz?


Storge
¿Pero eso no era una película en la que los protas viajaban por el universo a través de un agujero gusano con ese nombre? ¿No estábamos hablando de amor? Hmmm, será mejor que consulte las teorías de John Alan.

Bueno... por lo visto... el storge es un tipo de amor compañero, afectuoso y amistoso. Un amor lento, tranquilo y que ve la pasión de lejos. Eso sí, muy sólido...


Ludus
Es el hermano juguetón que se sorprende y se entusiasma como un chiquillo. Siempre está de fiesta, con el confetti, las serpentinas, y con el dichoso matasuegras volviendo loco al todo el mundo... no tiene futuro el pobrecito. Ni es sólido ni tiene cualidades para sobrevivir a las dificultades de la vida. ¡Pues vaya!, con lo divertido que parecía...


Manía
Como la de morderse las uñas o los padrastros, es un amor apasionado, muy intenso, impaciente, que usa el carpe diem sin medida, con absoluta desproporción exagerada, que se entrega en cuerpo, alma, espíritu, células, moléculas, átomos, leptones, quarks... y exige lo mismo de la pareja.

Sólo apto para los amantes del deporte de riesgo.


Pragma
“Por el interés te quiero Andrés” Si ya sabía yo que tenía que haber un hermano interesado.

Es un tipo muy práctico y muy controlado que planta ante tus narices, sin ningún tipo de vergüenza ni remordimientos, la larga lista de los requisitos que tienes que cumplir. Vamos, que el tío es una “joyita”. O más bien, lo que busca es una, y bien gorda.


Ágape
Este debe de ser el comilón de los seis, orgulloso de sus lorzas...

...pues no, nada que ver oye. Después de consultar al ya citado John Alan Lee, descubro que se trata del hermano bonachón, el que derrocha bondad, paciencia y comprensión por todos los poros, que se sacrifica y se entrega en plan mártir que busca ser canonizado.

¿Pero existe alguien así? Seguro que es más un ideal que alguien real.


La psicología aconseja aprovechar las partes positivas de cada uno de los hermanos. Y digo yo... ¿No sería mejor dejarlo sólo en uno, el amor de siempre que contiene todas las características juntas en lugar de intentar crear una nueva trinidad pero de seis? Que por cierto... ¿Eso sería una “sextidad”? Si ya es complicado entender eso de de los tres en uno, padre, hijo y espíritu, como para complicarnos la vida intentando entender cómo coño va eso de los seis en uno, y encima aprender a usarlos alternativamente en nuestra relación para llevarla a buen puerto.

¿Y qué pasa si tu pareja piensa que usar a Manía es lo mejor en este momento pero tú crees que lo mejor sería usar a Eros? Ya me veo a Manía persiguiendo a Eros por todos los clubs nocturnos. Y mientras, tú y tu pareja mirándolos como dos pasmarotes hasta que se te ocurre probar a otro, que tampoco coincide con el de tu pareja, y gastáis los seis en un periquete. ¿Entonces qué? ¿Ahí se acaba el amor?

Me quedo con el amor todo en uno.



P.D. Besos de esta sardina para la encantadora besugo que tengo por vecina. Por cierto, ¿Tienes un poquito de sal? es para las lentejas, que se me han quedado sosas.

El besugo invitado

Mi amiga Burbujas me invita a su pecera y acepto encantada. Yo también trabajo en una pecera, en esos despachos con cristales en vez de paredes, por la necesidad de fomentar la comunicación. Soy una mujer en sus cuarenta, cuando aunque te pongas una lechuga en la cabeza ya te miran poco... Bueno, tampoco es tan grave.

Quiero estrenar esta invitación con una entrada sobe una historia de amor adolescente, como Burbujas. Es casualidad.

Un hombre superlativo

Con 16 años buscaba sexo animal. Sin aditivos culturales, ni preguntas, ni risas. Los besos, sólo para elevar la estimulación. Andaba así cuando Luis le mostró el placer con sentido y emoción. Hablaban los cuerpos y ahí había un hombre y una mujer, no dos cuerpos ensartados. Sus poses de aficionado al cine clásico no eran forzadas. Había añadido a su lenguaje corporal el ojo medio guiñado para evitar el humo que subía del cigarrillo que sostenía en los labios. Marcelo, Steve, Marlon, Paul... todos estaban en él pero sin forzarlo. El Luis casero y cotidiano... otra joya en estado puro. No era seductor al uso, lo suyo resultaba natural, sin aditivos.
Era bellísimo. Un huérfano de padre (su madre soñaba todos los días con el marido muerto en la mina y durante el día sólo anhelaba que llegase la noche). Tenía la elegancia de las clases medias que se han superado con los medios a su alcance. La austeridad es más elegante que el derroche. Economía de medios, sabía aprovecharlos: prescinde de lo que no puedes alcanzar.
Su punto macho nunca fue grosero. Cuando le salía, la arrojaba a la cama y se dedicaba a él por completo. Eso parecía, porque con Luis aprendió que al dedicarse a su propio placer no se menosprecia al oponente, sino todo lo contrario. Esa enseñanza fue de las más valiosas. Y estaba bien de una u otra forma, con el mismo objetivo o cada uno con el suyo.

Bueno, cuando con 2o años lo dejaron... ella tuvo la seguridad de que el amor ya había pasado por su vida. Han pasado 20 años y, efectivamente, ella sigue pensando que fue el amor de su vida.

Saludos a la sardina vecina. Yo soy un besugo, que no quepa duda.

jueves, 19 de julio de 2007

Pez naranja de finales de Julio



Venga, que hoy me siento romántica... :D

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Tenía el sabor de los años jóvenes. Una presencia casi imperceptible de almizcle y chicle sabor a fresa flotaba sobre su piel. De miembros larguiruchos, los rasgos delicados de su rostro contrastaban con una voz ronca e indómita de adolescente. Su nombre, Alberto, parecía quedarle todavía grande.

Cerca de él y su grupo de amigos, al otro lado de la hoguera nocturna, acuclillada, estaba Eva Dorantes que leía, rodeada de una maraña de jovenes, un trozo de papel.

Eva Dorantes sentía una confusa mezcla de atracción y rechazo hacia Alberto. Le observó insegura. Alberto desvió la vista hacia ella con la intensidad de un felino. Los ojos de Eva no podían mantener su mirada. Se levantó, tiró el papel arrugado a la hoguera y, altiva, le dió la espalda con un amplio movimiento de melena, creyendo que así lo disuadiría. No fué así.
Cuando quiso darse cuenta Alberto estaba a su lado con sonrisa de canalla.

-Bueno... y qué piensas- dijo agarrándola del brazo.

-Que enamorado se escribe sin h- contestó con desdén.

Él sonrió aún más.

-¿Por sólo una h lo has echado el fuego?- rió sin dejar de mirarla -Ven- le susurró al oído.

Poco después Eva Dorantes, con la respiración entrecortada, se mezclaba con él entre los pinos bajo un beso húmedo, apasionado, que le erizó los pelos de todo el cuerpo de puro placer. Recorrió el cuello masculino con la punta de la lengua, deteniendose en el pliegue de piel bajo el lóbulo hasta que arrancó un gemido de Alberto. Entonces envolvió la oreja con su aliento, sus labios, lamiendola con el mismo deleite con el que saborearía un manjar nunca probado hasta entonces...

La noche siguió... El verano pasó...

Nunca más supo de él. Le olvidó. Alberto no llegó a conocer a su hijo que, 16 años después, un día soleado de Julio, comenzó a desprender su mismo olor a almizcle y chicle de fresa. Eva Dorantes se encontraba preparando el desayuno cuando el chico entró en la cocina. Y el poder del aroma trajo consigo de golpe todos los recuerdos.

De peceras y de peces




A las puertas del verano he pensado en ir llenando esta pecera con peces de memoria diminuta, porque las cosas vienen y van, los ciclos empiezan y terminan, muchas personas que entran en nuestras vidas al poco tiempo se alejan... en fin... que mucho es lo que pasa y poco lo que queda.

Como buena burbuja, me gusta tomar té muy despacio, el olor de los pinos, que me aparten el cabello de la cara cuando estoy triste. Tengo mas o menos la memoria de un pez, y en esta corta memoria que me tocó guardo el recuerdo de aquel perro que adoraba hacer burbujas en el agua soplando por su nariz, del gato que se deslizaba furtivamente por las noches bajo mi manta, también de aquella persona que me ofreció su amistad para luego darsela al primero que pasó por allí, de la sopa de fideos que me hacía mi abuela todas las noches, de aquel pueblo que olía a jazmín...

... y con el recuerdo de ese aroma me dispongo a echar el primer pez en la pecera.